Hace tiempo que me paseo entre los blogs de tartas decoradas con fondant, boquiabierta, pensando "Qué maravilla! Tengo que aprender a hacer esto... Pero hoy no".
Y a más tartas miraba, más tiempo me quedaba pensando "Esto es alucinante, algún día me pongo... pero en otra ocasión!". Me he puesto un sinfín de escusas, desde "no tengo tiempo" a "no tengo los ingredientes" (¡¿glicerina?! ¿donde se compra eso?) o "cuando domine las galletas" (esta era especialmente buena!)
Pero resulta que el domingo pasado, bicheando por el blog de Pulgas Golosas, descubrí un par de tartas que le encantarían a mi sobrino, de Spiderman y de Rayo McQueen y como se acercaba su cumpleaños me lancé al vacío.
Llamé a mi hermana para perdirle permiso y llevar yo la tarta. Le pregunté a mi hija qué opinaba ella (tienen la misma edad, van todos los días juntos al colegio y además han sido novios mucho tiempo) y me dijo "Mejor la de Rayo, mamá, porque todos los días se lleva un par de coches al cole". Me lo temía, parece más difícil...