Hace tiempo que había leído sobre este postre italiano, la panna cotta (nata cocida suena bastante peor) pero nunca me había animado a hacerlo porque no me fío mucho de la gelatina, y eso que ya hace tiempo que nos llevamos bien y no me juega ninguna trastada.
Sin embargo, en una de las comidas familiares, mi madre comentó que nunca lo había probado así que, sabiendo lo mucho que le gusta la nata, inmediatamente pensé en hacérselo.
Sin embargo, en una de las comidas familiares, mi madre comentó que nunca lo había probado así que, sabiendo lo mucho que le gusta la nata, inmediatamente pensé en hacérselo.
Además acababa de recibir el paquete que me manda Silikomart con algunos de sus estupendos moldes, así que pensé que sería la ocasión perfecta para hacer un Hombre de nata, en vez de hombre de jengibre.
Me temo que mi estupenda pasta de vainilla me jugó una mala pasada (se acumularon las semillas en la base del molde) y mi hombrecillo amaneció picado de mosquitos.
Me temo que mi estupenda pasta de vainilla me jugó una mala pasada (se acumularon las semillas en la base del molde) y mi hombrecillo amaneció picado de mosquitos.
Antes de que cundiera el pánico, pensé que una salsa de fresas le podía quedar estupendamente y así disimular las semillas de vainilla. Cuando estaba "vistiendo" a mi hombrecillo se me acercó mi Santo y preguntó "¿Un postre de Halloween? ¿Tan pronto?"
Vale, el resultado de la presentación no era el que yo andaba buscando, y de verdad, de verdad que no pretendía que pareciera un asesinato. Pero que conste que el postre estaba buenísimo y no puede ser más sencillo de hacer.
Busqué y leí varias recetas y todas eran muy semejantes ya que la idea es muy sencilla. Al final seguí las indicaciones de Gastronomía y Cia que en esta entrada dan doce recetas con diversas variantes. Yo empecé por la más sencilla, adaptándome a los ingredientes que tenía en casa.