viernes, 11 de marzo de 2016

Galletas rellenas de Mermelada

  Continuo dándole uso a la mermelada de arándanos, y es que me parece que va bien con todo. En esta ocasión la he utilizado para unas galletas que tenía muchas ganas de hacer desde hace mucho tiempo, se llaman Linzer según creo y me pareció una idea estupenda para tener un pequeño detalle con la Señorita de Andrea.


  Se nos ocurrió hacerle estas galletas a la Señorita María para felicitarla en una fecha muy especial y además darle las gracias por su extraordinario cariño y profesionalidad. No creo que seamos capaces de poder expresarle con palabras lo mucho que valoramos su trabajo, su esfuerzo diario y el tremendo afecto que le inspira a nuestra peque, así que lo menos que podíamos hacer eran unas galletas.

  Para la masa de galletas he utilizado la más nos gusta en casa, que ya conté en esta receta, pero esta vez he puesto en práctica algunos trucos que he ido leyendo para mejorar el aspecto o presentación de las galletas (el sabor es simplemente delicioso). Creo que la primera entrada de consejos para hacer y hornear galletas la leí en Mensaje en una Galleta, aunque no he podido encontrarla para hacer referencia, pero siempre es una fuente inagotable de buenísimas ideas y nunca está de más pasar por allí a aprender. Si que tuve la precaución de guardar este enlace de Dolce Sentire donde cuentan algunos trucos y al ponerlos en práctica he visto que si mejoran la apariencia.
 Os cuento los pasos que he dado.


Ingredientes:
  • 250 gr de mantequilla a temperatura ambiente.
  • 150 gr de azúcar glas.
  • Un huevo mediano a temperatura ambiente.
  • 450 gr de harina tamizada.
  • Una cucharada de aroma o perfume, en mi caso "Princess Cake and Cookie Bakery Emulsion".
  • Mermelada para rellenar las galletas.

  Puestos a comentar los detalles, no creo que esté de más en insistir en los ingredientes. Reconozco que suelo comprar mantequilla normalita, aunque para hacer regalos o algún encargo importante, compro alguna mejor y siempre se nota.

 Empezamos con la mantequilla a temperatura ambiente y el azúcar glas tamizada. Al tratarse de galletas para su señorita, Andrea insistió en ayudar así que tamizó y fue añadiendo los ingredientes.



 Batimos despacio para que el azúcar no salga volando por toda la cocina, y sin excederse batiendo. Este es uno de los errores que yo cometía, batía en exceso como si fuese a hacer un bizcocho, pero en este caso el aire que se introduce en al batir no nos interesa porque hace que la superficie de las galletas sea irregular.



  Se añade el huevo ligeramente batido y se bate hasta que se integre en la masa. Aquí tuve un problemilla y es que el huevo que añadí era muy grande, tendría que haber puesto solo la yema.



  También hay que añadir (si se quiere) el aroma o extracto. Queda muy bien el aroma de vainilla o limón, pero sin duda mi preferido es el Aroma Princess

  También hay ir añadiendo la harina tamizada con la sal, cucharada a cucharada o en varias tandas. Sin excederse con el batido, mejor terminar a mano.



  La masa queda blandita, hay que enfriarla para que se pueda manejar. Lo más práctico es dividirla en 3 o 4 partes y envolverlas en film transparente para que se enfríen. Cuando sea el momento de estirar la masa, sacamos sólo una parte para que el resto no pierda frío.



  Cuando se haya enfriado un poco la masa empezamos a estirarla. Vamos a necesitar un poco de harina, un rodillo, papeles vegetal (o de hornear) y, si queremos que salgan perfectas, unos niveles, es decir unas tablitas de la misma altura para que el rodillo deje la masa a la misma altura (o un rodillo con niveles, claro).



   Si la masa se ha enfriado demasiado es difícil estirarla (está muy dura), por eso la saco de la nevera pasados unos 30 minutos, que está manejable y después la vuelvo a refrigerar. Lo más cómodo es estirarla entre dos hojas de papel vegetal, primero porque es no se pega ni a la mesa ni al rodillo y segundo porque así es más fácil volver a meterla en la nevera. Mientras más fría esté la masa, mejor se cortan las galletas. Y además si están frías cuando las metamos en el horno se deforman menos y quedan más bonitas. 

  El cortador que he utilizado para estas galletas tiene una pieza central que se puede quitar (y cambiar por otra con distinta silueta) y un pequeño muelle que presiona la masa para que salga con facilidad. Es una tontería, pero con el despiste que me caracteriza, en la primera galleta presioné el muelle al cortar la galleta estropeando la superficie. En la siguiente fotografía se nota la primera galleta deformada y la segunda ya bien cortada.


  Se puede poner un poco de harina en el cortador para que vaya mejor, aunque si la masa está bien fría no es imprescindible. Normalmente la galleta se queda "pegada" al cortador (si la masa está fría y dura) y el muelle se utiliza para separarla y ponerla sobre la bandeja.


  Si está puesta la parte central, se queda en el cortador. Se presiona el muelle para que salga la galleta sobre una bandeja de horno. Yo siempre utilizaba papel vegetal pero he visto entre las muchas recomendaciones de Dolce Sentire que quedan mejor sobre un tapete de silicona como Silpat


   Al presionar el muelle la galleta queda perfecta sobre la bandeja. La porción del centro no cae, pero se puede sacar fácilmente presionando con algo pequeño. Yo las aproveché y hornee un montón de pequeños corazoncitos.

  En cuanto la masa se empieza a templar, es posible que las galletas no se queden en el cortador. No pasa nada, mientras la masa siga razonablemente fría se pueden pasar a la bandeja con cuidado y no se deformaran.

  
  Cada porción de masa intento aprovecharla al máximo, porque mientras menos veces se amase y se estire mejor (incluso he leído que no es recomendable aprovechar los recortes más de dos o tres veces). 

  La mitad de las galletas las corté enteras, sin el corazón del centro para que sirvieran de base.  

  Mientras se calienta el horno a 180º las galletas pueden esperar en la nevera, estar frías nunca les viene mal. 

  Tienen que estar en el horno unos 10-15 minutos (depende mucho del tamaño de las galletas). En este caso las tuve unos 15 minutos, pero cuando llevaban 10 abrí el horno y les puse una cucharadita de mermelada en el centro de las galletas enteras.


  La idea de poner la mermelada un poco antes de que termine la cocción la leí en Kanela y Limón, que tiene unas recetas extraordinarias. 


  Una vez horneadas, la mermelada está un poco más firme y no se derrama al colocar la segunda galleta encima.


  Con un poco de azúcar glas espolvoreado por encima quedaron preciosas.


 Además de las galletas Linzer, también quería hacer algunas sin mermelada y Andrea se le ocurrió hacer las que tienen un centro de caramelo, que son muy llamativas. Para este caso yo prefiero hacer unas galletas un poco más grandes, aunque también le hago un hueco en el centro.


  En el centro de cada galleta se ponen trocitos de caramelo, de los normales que son un poco transparentosos. Es mejor darles un golpe con el mango de un cuchillo, o cualquier otra cosa un poco pesada pero sin quitarles el papel que los protege para que no salgan volando los trocitos de caramelo.



  El caramelo se funde en el horno y queda como una pequeña pieza de cristal. 
  

  
  Pasados unos minutos se pasan a una rejilla para que se enfríen. El caramelo no da ningún problema para despegarlo del silpat o del papel vegetal. 


  Andrea estuvo encantada de poder llevarle este pequeño detalle a su señorita y yo encantada de que le gustara.


  Desde aquí le enviamos todo nuestro cariño, extensible al resto del equipo docente que hacen una labor extraordinaria. 

4 comentarios:

Me encantaría seguir aprendiendo con tus ideas y comentarios. Muchas gracias por participar!