domingo, 15 de diciembre de 2013

Huesos de San Expedito

  La próxima semana es el cumpleaños de mi hermano. Lleva muchísimos años trabajando fuera de España y mi cuñada se le ocurrió hacerle una fiesta sorpresa para que este año pudiéramos acompañarles. El pasado fin de semana, aprovechando el puente del 6 y 8 de diciembre, nos fuimos toda la familia hasta Irlanda del Norte, diecisiete personas de 4 a 86 años, todos en el mismo vuelo que parecía una excursión del colegio, y llegamos allí sin que mi hermano supiera nada. 

  Fue muy emocionante, mi cuñada lo había planeado todo de forma exquisita hasta el último detalle, y mi hermano nos abrió la puerta de su casa con una cara de sorpresa de las que no tienen precio, parecíamos estar dentro de un anuncio.

  El asunto de los regalos era un poco complicado por el poco espacio que permiten para el equipaje, pero recordé que le encantan unas galletas que siempre le hace mi madre, huesos de San Expedito. 


 Busqué la receta de mi madre y la verdad es que es muy sencilla, y salen un montón de galletas con forma alargada, con una corteza firme pero muy tiernas por dentro.

Para medir los ingredientes utilicé una cucharada antigua de mi abuela, más profunda que las actuales.

Ingredientes:
  • 250 gr de harina de fuerza
  • Un huevo
  • 3 cucharadas de aceite frito y frío (unos 30 ml)
  • 3 cucharadas de agua (unos 30 ml)
  • 50 gr de azúcar. (Yo utilicé azúcar glas)
  • Una cucharadita de levadura en polvo.
  • Una cucharada de anís o aguardiente.
  • Azúcar glas para decorar.

 Se mezcla en un bol la harina con la levadura se le añaden los demás ingredientes. Yo puse la harina con la levadura y el azúcar haciendo un hueco en el centro en el bol de la KitchenAid.


  En el centro puse el resto de ingredientes.  


 Aunque se puede amasar fácilmente a mano, yo se lo pedí a la KitchenAid, a ver cómo lo dejaba. 


 Cuando hubo mezclado los ingredientes, terminé de amasarlo todo haciendo una masa compacta que se hace una bola.



 Hay que dejarlo reposar unos 30 minutos, aunque yo lo tuve más tiempo en la nevera porque tenía que salir de casa.
 Pasado este tiempo se forman unos palos de 6 o 7 cm de largo por uno de grueso, para eso yo cogía pequeñas bolitas de masa, como una castaña aproximadamente y las amasaba un poco estirándolas con las manos. No hace falta que sean todas iguales. 



 Se fríen en aceite no muy fuerte. Hay que tener en cuenta que se inflan un poco al calentarse y se doran con bastante rapidez. Una vez fritos con bonito color, los dejé escurrir sobre un papel que absorbiera el exceso de aceite.



  Al ver la masa parece que no saldrán muchos, pero cunde bastante.


 Se espolvorean de azúcar glas.



  Recién hechas están deliciosas. Muy tiernas por dentro.



  Las guardé en caja de lata con la esperanza de que se mantuvieran tiernas por más tiempo. 



  Espero que recodaran el sabor de casa de toda la vida aunque viajaran hasta Irlanda!

1 comentario:

  1. Un regalo perfecto, seguro que le encantó. La excursión tuvo que ser simpatiquísima, ya os imagino jajaja. Pero bueno, seguro que fue precioso. Me encanta Irlanda, tengo muchas ganas de visitarla.
    Me llevo esta receta, con tu permiso, que nunca probé estos huesitos, pero tienen una pinta estupenda =)
    Un besote!!

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