jueves, 29 de diciembre de 2016

Yemas

 Las yemas son un dulce muy típico de conventos y tienen fama de ser un bocado exquisito. Muchas veces he comprado las del Convento de San Leadro, aunque ahora que caigo, siempre para regalarlas. Nunca me había atrevido a hacerlas porque los puntos del almibar me dan mucho respeto, pero el otro día tenía unas yemas de huevo que aprovechar y se me ocurrió buscar una receta para intentarlo.


  La receta no es la de las Madres Agustinas de San Leandro, se trata de una receta sencilla que encontré en el blog Las recetas de Carol y que me pareció una buena forma de iniciarme.


Ingredientes:
  • 6 yemas de huevo L.
  • 80 gr. de azúcar.
  • 80 gr de agua.
  • La piel de un limón (sólo la parte amarilla).
  • Azúcar glas para rebozarlas.


  Es una de esas recetas sencillas con pocos ingredientes y que saben a postre de toda la vida. Lo primero es que las yemas tienen que estar lo más limpias de clara posible, se baten un poco para romperlas y se reserva.


  Ponemos el agua con el azúcar y la piel del limón en un cazo (que no sea de aluminio) y dejamos hervir hasta punto de hebra. Como comentaba antes, los puntos del almibar me cuestan trabajo, la idea de meter los dedos en un cazo con almibar hirviendo me da repelus, pero afortunadamente tengo unos estupendos termómetros de cocina que me evitan esa molestia. Lo dejé llegar a una temperatura de 110º.


  Lo que si me atrevo es a tocar el termometro al sacarlo del cazo (y dejarlo enfriar un poquito) y en efecto, si tienes un poco de almibar entre dos dedos y se separan, se forma un hilo o hebra.


   Volviendo a la receta, una vez hecho el almibar, se retira la piel del limón y se deja templar un poco antes de incorporarlo a las yemas.


  Se vierte de nuevo en el cazo y se pone al fuego sin dejar de remover.


  Al principio la crema es muy líquida, pero espesa en poco tiempo y cuando empieza a despegarse de las paredes del cazo ya está lista.


  Se deja enfriar en una fuente o plato, y cuando se haya enfriado se pueden hacer las bolitas con un poco de azúcar glas para terminarlas.


  La masa es blandita, pero se maneja bien con dos cucharitas. Se coge un poco de masa y se pone en el cuenco del azúcar, es pegajosa así que resulta más cómodo cubrirla de azúcar y después darle forma.


  Con el azúcar que se queda en la superficie es suficiente para que no se quede pegada a las manos y darle forma.


  Me salieron unas 12-13 yemas dulces, dos por cada yema de huevo más o menos. 


  Quizás no sean tan finas como las que hacen desde siempre en los conventos, pero es una receta sencilla y el resultado es bastante bueno. 

1 comentario:

  1. te han quedado de lujo ¡¡¡¡¡ son ideales para las fiestas ¡¡¡ un besote y espero que tengas una salida y entrada de año buenísima.

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